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26.10.10

*Lírica de tipo tradicional. Poemas anónimos (y 3)

Ojos que no ven

lo que ver desean,

¿qué verán que vean? [217]

***

Aires frescos del Prado,

favor os pido,

que me anegan las olas

del mar de olvido. [232]

***

-Dime, pajarito que estás en el nido:

¿La dama besada pierde marido?

-No, la mi señora, si fue en escondido. [298]

***

Quien me vido algún tiempo

y me ve agora,

¿cuál es el corazón que no llora? [309]

***

¡Ah, si viese el día,

si viese, ah, si viese

la tristeza mía

que mía no fuese! [318]

DÁMASO ALONSO y JOSÉ MANUEL BLECUA, Antología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional. 2ª ed., 3ª reimpr. Editorial Gredos, Madrid, 1978.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

22.10.10

*Lírica de tipo tradicional. Poemas anónimos (2)

Soledad tengo de ti,

tierra mía do nací.

Si muriera sin ventura,

sepúltenme en alta sierra,

porque no extrañe la tierra

mi cuerpo en la sepultura,

y en sierra de grande altura,

por ver si veré de allí

las tierras a do nací. [114]

***

De donde venís, amores?

Bien sé yo de dónde.

Caballero de mesura,

¿do venís la noche escura?

¿De dónde venís, amores?

Bien sé yo de dónde. [123]

***

Malferida iba la garza

enamorada:

sola va y gritos daba.

Donde la garza hace su nido,

ribericas de aquel río,

sola va y gritos daba. [133]

***

Si los delfines mueren de amores,

¡triste de mí!, ¿qué harán los hombres

que tienen tiernos los corazones?

¡Triste de mí! ¿Qué harán los hombres? [136]

***

Soñaba yo que tenía

alegre mi corazón;

mas a la fe, madre mía,

que los sueños, sueños son. [198]

DÁMASO ALONSO y JOSÉ MANUEL BLECUA, Antología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional. 2ª ed., 3ª reimpr. Editorial Gredos, Madrid, 1978.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

20.10.10

Jorobados

Tres famosos jorobados: Lichtenberg, Kierkegaard... y Quasimodo; pero no el poeta nobel, que yo sepa. (A la joroba me refiero, no a la fama.)

18.10.10

*Lírica de tipo tradicional. Poemas anónimos (1)

¿Qué faré yo o qué serád de mibi?

¡Habibi,

non te tolgas de mibi! [2]

Amigo, ¡no te apartes de mí! ¿Qué haré, qué será de mí si tú me dejas?

***

Si muero en tierras ajenas,

lejos de donde nací,

¿quién habrá dolor de mí? [19]

***

No quiero ser monja, no,

que niña namoradica só.

Dejadme con mi placer,

con mi placer y alegría,

dejadme con mi porfía,

que niña malpenadica só. [50]

***

Vuestros son mis ojos,

Isabel,

vuestros son mis ojos

y mi corazón también. [63]

***

De los álamos vengo, madre,

de ver cómo los menea el aire.

De los álamos de Sevilla

de ver a mi linda amiga,

de ver cómo los menea el aire.

De los álamos vengo, madre,

de ver cómo los menea el aire. [96]

DÁMASO ALONSO y JOSÉ MANUEL BLECUA, Antología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional. 2ª ed., 3ª reimpr. Editorial Gredos, Madrid, 1978.

Bajo esta etiqueta -Florilegio (Antología mínima de autores varios)- pretendo acoger una selección de textos breves (verso y prosa) que, al margen de cualquier juicio crítico, me han interesado como lector. Los textos en prosa responden a "géneros" que hacen de la brevedad virtud: aforismos, poemas en prosa, fragmentos, microcuentos, etc. De los textos poéticos en otras lenguas ofrezco el original. Menciono, asimismo, la edición utilizada en cada caso. (Téngase por excepción cualquier olvido de estas pautas.)

13.10.10

Las palabras (y lo que significan)

Alejandro Rossi, en su famoso Manual del distraído, cuenta una anécdota deliciosa, ejemplar y acaso apócrifa, que bien pudiera pasar por microrrelato:

Tuve una novia extraña. Me confesó que era criptojudía y yo pensé —en mi ignorancia cristiana— que era una secta erótica. Durante meses esperé la invitación.

Tiene gracia la cosa. Unas veces nos inventamos el significado de las palabras; otras veces, las utilizamos con precisión, ignorando que su uso acaso sea ya otro; otras veces…

Visto lo visto, me planteo algunas preguntas: ¿quién no imaginó alguna vez un significado propio para cierta palabra?, ¿quién no distingue entre palabras sedosas y ariscas?, ¿quién no usó alguna vez palabras de cuyo significado dudaba?, ¿quién no dudó alguna vez de sí mismo al usar una palabra?, ¿quién no tuvo alguna vez la certeza de no ser entendido?, ¿quién no malinterpretó alguna vez, engañado por el contexto, el significado de una palabra?, ¿quién no sintió alguna vez que ciertas palabras parecen rebelarse contra lo que significan?

Visto lo visto, ¿cómo extrañarse de que en cada cosa que oímos, y en cada cosa que leemos, vaya implícita nuestra interpretación de lo que oímos y de lo que leemos? La interpretación, en suma, de lo que somos.

9.10.10

«El desgraciado está siempre ausente de sí mismo, nunca íntimamente presente» (Maneras de ser desgraciado, según Søren Kierkegaard)

Caricatura de Kierkegaard

«En todas las obras sistemáticas de Hegel hay siempre un apartado que trata de la conciencia desdichada. No se pueden leer estos estudios sin una profunda inquietud y hondo temblor cordial, temiendo siempre que se va a alcanzar un saber demasiado grande o demasiado pequeño. La denominación de conciencia desdichada es de tal magnitud que basta mencionarla en una simple conversación como para que casi sintamos que se nos hiela la sangre en las venas o se nos pongan los nervios de punta. ¿Qué diremos cuando se trata de ella a fondo, como en el caso que comentamos? ¿No os produce vértigos, como a pobres pecadores, el verla así expuesta? ¿No os estremecéis como si tuvierais delante aquellas misteriosas palabras de un cuento de Clemente Brentano: tertia nux mors est? [El cuento de Brentano se titula Las tres avellanas, y cabalmente “la tercera avellana es la muerte”. Habría que leer el cuento íntegro para que estas últimas palabras tuvieran un efecto tan estremecedor sobre nosotros. S. K.] ¡Dichoso el que da este asunto por concluido una vez que ha escrito un párrafo sobre el mismo! ¡Y más dichoso aún el que es capaz de escribir las líneas que siguen! El desgraciado, en definitiva, es aquel que de una manera u otra tiene fuera de sí mismo lo que él estima ser su ideal, el contenido de su vida, la plenitud de su conciencia y su verdadera esencia. El desgraciado está siempre ausente de sí mismo, nunca íntimamente presente. Ahora bien, se puede estar ausente o en el pasado o en el futuro. Con esto queda suficientemente circunscrito todo el territorio de la conciencia desdichada. Agradezcámosle a Hegel el haber establecido con tanta precisión estos límites. Y ahora, cumplido este deber de gratitud, adentrémonos en ese país, no como meros filósofos que contemplan las cosas a distancia, sino como auténticos indígenas que examinan de cerca los diversos estadios del fenómeno.

Por tanto, el desgraciado es un ausente. Pero la ausencia puede ser tanto en el pasado como en el futuro. Es necesario insistir mucho en esta expresión. Porque es evidente a todas luces, según nos lo enseña la misma ciencia del lenguaje, que hay un tiempo que es presente en el pasado y, de otra parte, un tiempo que es presente en el futuro. La ciencia del lenguaje nos habla también de un tiempo pluscuamperfecto, que no encierra nada de presente, y de un futuro perfecto que tiene esta misma peculiaridad. Con estas expresiones se viene a designar a los individuos que viven en la esperanza y en el recuerdo. Si, como regla general, admitimos que sólo es dichoso el individuo que está presente a sí mismo, entonces tendremos que decir que los individuos antes aludidos son en cierto sentido unos desgraciados, ya que viven exclusivamente en la esperanza o en el recuerdo. No obstante, en el sentido más rigurosos de la palabra, no se puede llamar desgraciado a un individuo que de un modo presente viva en la esperanza o en el recuerdo. Pues en estos casos lo que hay que destacar es que el individuo se halla presente en uno u otro extremo.

[…]

Por lo pronto, examinemos el caso del individuo que vive en la esperanza. Este individuo, según la regla general, es un desgraciado, pero al no ser presente a sí mismo, por cuanto vive en la esperanza, resulta un desgraciado en el sentido riguroso de la palabra. Un individuo que espera la vida eterna es, indudablemente, una personalidad desdichada hasta cierto punto, en la medida en que renuncia al presente, pero no podemos decir sin más que sea un desgraciado en el sentido estricto del vocablo, ya que él está presente a sí mismo en esa esperanza y no entra en litigio con los aspectos particulares de lo finito. En cambio, si tal individuo no se torna presente en la esperanza, sino que la pierde, y luego se pone a esperar de nuevo y así sucesivamente, nos está dando con ello señales inequívocas de ser un ausente de sí mismo, no sólo en el tiempo presente, sino también en el futuro. Esta es la descripción de un tipo de desgraciados. Los resultados serán muy parecidos si estudiamos el caso del individuo que vive en el recuerdo. Si éste logra estar presente a sí mismo en el tiempo pasado, no será un desgraciado en el sentido riguroso de la palabra. Pero si no lo logra, porque vive constantemente ausente de sí mismo en el tiempo pasado, entonces ya tenemos descrito otro tipo de desgraciados.»

SØREN KIERKEGAARD, “El más desgraciado. Arenga entusiasta a los cofrades cosepultos. Peroración para una de las reuniones habituales de los viernes”, en Obras y papeles de Kierkegaard. IX. Estudios Estéticos. II. De la tragedia y otros ensayos. Traducción directa del danés, prólogo y notas de Demetrio Gutiérrez Rivero. Ediciones Guadarrama, Madrid, 1969.

3.10.10

Dalí y Buñuel, gamberros

Buñuel y Dalí

En sus años mozos, Buñuel y Dali fueron unos consumados gamberros. (¿Es posible que Dalí lo fuera toda su vida?) Ellos, como otros muchos, hicieron de Juan Ramón Jiménez blanco de sus iras. No le perdonaban nada; ni siquiera Platero, el algodonoso burrito, se libraba de sus invectivas. Eran los tiempos (¡los felices 20!) en que las vanguardias artísticas arrasaban, convirtiendo las discrepancias estéticas en asuntos bélicos. 
"¡Cuánto sinvergüenza y qué poca ética estética", quizá pensara el poeta de Moguer.

*   *   * 

Sr. Dn. Juan Ramón Jiménez
Madrid

            Nuestro distinguido amigo: Nos creemos en el deber de decirle -sí, desinteresadamente- que su obra nos repugna profundamente por inmoral, por histérica, por cadavérica, por arbitraria.
          Especialmente:
          ¡¡MERDE!!
para su Platero y yo, para su fácil y mal intencionado Platero y yo, el burro menos burro, el burro más odioso con que nos hemos tropezado.
          Y para V., para su funesta actuación, también:
          ¡¡¡MIERDA!!!
          Sinceramente

                                LUIS BUÑUEL     SALVADOR DALÍ

(David Castillo y Marc Sardá, Conversaciones con José "Pepín" Bello. Barcelona, Anagrama, 2007.)